sábado, 27 de agosto de 2011

Discutir el Estado - 4

Cuarta Parte: El Estado en Argentina
Después de este recorrido, creo que se hace mucho más fácil y queda bajo una nueva luz el curso de los acontecimientos en nuestro país, las características que fue tomando la construcción estatal, las contradicciones, debilidades y los logros de este proceso, es decir, las etapas por las que atravesó el Estado en Argentina, o nuestra historia política. Y estamos en mejores condiciones de comprender, en trazos gruesos, como los procesos que venimos reconociendo en otras partes del mundo, se traducen, se implementan, a veces impactan o se frustran en nuestro país. Creo que es importante comprender que no es real esa imagen que a veces tenemos de nosotros mismos, que nos hace vernos como una excepcionalidad, como un caso inexplicable e incomprensible. Podemos ver, que si bien hemos estado a la vanguardia de muchos procesos, también hemos imitado acríticamente otros, hemos sido conejillos de indias en algunos casos, modelos a seguir o copias a temer, estamos dentro de un mundo que cambia y nosotros cambiamos con él.

Guerras de Independencia: la construcción de un país.
Defensa de Buenos Aires
Desde esta perspectiva queda claro cómo los conflictivos años de las Guerras de Independencia fueron contra la dominación española pero también batallas en la lucha por establecer un centro de poder. Las acciones de Buenos Aires para consolidar su hegemonía manteniéndose como capital administrativa, las disputas por el manejo de la aduana como fuente de financiamiento, los ingentes recursos invertidos en la formación y mantenimiento de un ejército nacional, la importancia de las relaciones exteriores y del reconocimiento de otras naciones y el proceso de expropiación de poderes locales (el combate de los unitarios contra las fuerzas de los caudillos federales) son los primeros pasos ineludibles por alcanzar grados cada vez mayores de “estatalidad” como veíamos con Oszlak. 
Batallas de la Libertad
Paulatinamente la construcción e integración de un mercado interno en un territorio totalmente desarticulado, donde el litoral se articulaba con el Río de la Plata y el mercado exterior, Cuyo se relacionaba con Chile y el Noroeste con Perú, debió transformarse en una Nación con identidad propia, con escarapela, himno y bandera, pero también con su lengua, sus patriotas, su historia y el gaucho como epítome de la nacionalidad, mientras se acrecentaban las relaciones interregionales, las rutas de comercio y las economías regionales.

El Estado Oligárquico.
Julio A. Roca
La llegada de Roca a la presidencia marca el establecimiento de este poder central y de la clase que será el factor dinámico de la economía y posibilitará el acelerado crecimiento entre el ’80 y el centenario: la elite terrateniente bonaerense. Este poder político hizo mucho por el éxito de nuestra inserción en el mercado mundial como país agroexportador, y esa bonanza se tradujo en obra pública (puertos, ferrocarriles, urbanización, etc.) y en crecimiento de la burocracia estatal (administración, sistema financiero, escuelas, etc.). También la ampliación del territorio (Campañas al Desierto) y su consolidación (demarcación de fronteras) son metas logradas en esta etapa.
La “externalidad” de la clase dominante con respecto al Estado, que marcábamos como una característica de la América española desde la conquista, también pudo dejar su marca en esta etapa en que el fabuloso crecimiento no se tradujo en un mejoramiento general del nivel de vida de nuestra población, sino en un crecimiento importante de la desigualdad (R. Hora).
Con la inmigración masiva y el aumento acelerado de la población asalariada también se agudiza el conflicto social. El Estado actúa prontamente, casi sin demanda de la sociedad (de arriba hacia abajo) y realiza la reforma política reconociendo el derecho al voto universal, secreto y obligatorio (Ley Sáenz Peña, 1912).
Semana Trágica
Durante el yrigoyenismo se ensayan las primeras intervenciones del Estado como mediador entre capital y trabajo, pero los intentos de arbitraje terminan con fuertes represiones (Semana Trágica, fusilamientos de la Patagonia). Ante la crisis de 1930 el Estado busca ganar capacidad para intervenir en la economía, pero para morigerar los efectos de la crisis a los grupos económicos dominantes.  Sin una institucionalidad sólida recurre a “procónsules” externos (como Prebisch) con capacidad de gestión sobre el Ministerio de Hacienda; los cargos quedan en manos de “los representantes de las organizaciones de la producción” y hay una gran rotación, el 99% del personal de planta era político.

El Estado peronista.
Por lo menos durante el primer gobierno de Perón o hasta el 2° Plan Quinquenal estamos, sin duda, ante la versión criolla del Estado Benefactor Keynesiano. Al impulso industrializador iniciado por el Plan Pinedo (ISI) se suma una política socioeconómica orientada al mercado interno. El fundamento es la meta del pleno empleo. La ampliación exponencial de las esferas de actuación estatal empieza con Farrell y se materializa en crecimiento de la institucionalidad, nuevas Secretarías (Secretaría de Industria y Comercio, Trabajo y Previsión y Aeronáutica) que absorbieron y redefinieron múltiples organismos en una estructura centralizada. Con Perón en la presidencia esta tendencia se acrecienta, se crean el Banco de Crédito Industrial, el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio, el importantísimo Consejo Nacional de Posguerra (CNP) cuyo mentor fue José Figuerola, transformado en el ’46 en la Secretaría Técnica de la Presidencia (de quien dependerá el Consejo Económico y Social-1947) y demás entes técnico-administrativos y científicos-tecnológicos. Con Miguel Miranda al frente del Ministerio de Economía, representante de la burguesía industrial nacional, en el ’46 se estatiza la banca y se nacionalizan los depósitos y se crea el I.A.P.I. que monopoliza el comercio exterior y es eje de la redistribución. 

El Estado es un ACTOR ECONÓMICO de primer orden que regula y controla el enfrentamiento capital-trabajo y planifica la producción. La protección social se extiende a sectores no sindicalizados y mejoran sustancialmente las condiciones de vida de los trabajadores y de las clases medias en ascenso. El Estado es un “gran empleador” para mantener la ocupación plena, pero no estimula la capacitación y ese crecimiento estatal no va acompañado de controles de cumplimiento. Se ejerce la discriminación política, y el “instrumentalismo” y la demagogia denunciado desde la oposición genera desconfianza en la implementación de las medidas de gobierno como para el bien común. A partir del ’52 con el “cambio de rumbo” y la “vuelta al campo” comienza paulatinamente a implementarse el ajuste y la liberalización de la economía con el Ministro Gómez Morales.

El intento desarrollista.

El plan con que asume Frondizi se presenta como un ambicioso intento de modernización de la estructura productiva, que requería también un tipo de Estado ágil y eficiente para gestionarla. Dicho plan fracasó fundamentalmente por basarse en inversiones extranjeras con la consiguiente trasnacionalización de la economía, pero influyó la inexistencia de una burocracia estatal que pudiera implementar el proyecto.
En el ’55 el golpe militar realiza un vaciamiento casi total del plantel administrativo buscando “desperonizar” el Estado. Frondizi trata de eludir este déficit recurriendo a “representantes personales” y a equipos externos que, además de acarrearle acusaciones de haber montado un “gobierno paralelo”, resultan impotentes para llevar a cabo cualquier transformación. Volviendo a las comparaciones, en la misma época el gobierno también desarrollista de Kubitschek (1956-1961) en Brasil, que asume con un programa similar, logra una reconversión y modernización del aparato productivo que motoriza el proceso de industrialización brasilero, en gran medida posible porque contó con una sólida estructura técnico-burocrática que implementó los cambios como “políticas de Estado”.
Frondizi toma medidas de racionalización y reducción del gasto, se realizan privatizaciones y se ataca la “hipertrofia” estatal (sobre todo a los ferrocarriles) con lo que redujo más de un 12% del empleo público; el achicamiento estatal es acompañado por devaluación, ajuste, es decir, transferencia de recursos desde el sector asalariado a sectores oligopólicos y trasnacionales, abriendo un largo período de concentración de la riqueza. Aunque el modelo de Estado siguió siendo netamente intervencionista, desde el ’55 en adelante se disocia la Gobernabilidad y la Democracia, y la una no es posible junto a la otra.

Estado Burocrático Autoritario.
El fracaso de los sectores dominantes al no poder lograr Gobernabilidad y Democracia (porque el juego democrático llevaba al triunfo del peronismo y sólo podían gobernar por el peso decisivo de las organizaciones coactivas, mediante golpes de estado) y ante el proceso de acumulación regresivo a favor de la gran burguesía y el capital extranjero, a partir del ’66 se forma una “alianza defensiva” entre los derrotados por el desmantelamiento del Estado Benefactor peronista y por la apertura y trasnacionalización de la economía. Es decir que la acción de la clase obrera (dirigida por sindicatos peronistas) se engarza con los intereses objetivos y la acción política de las fracciones débiles de la burguesía industrial nacional. La correlación de fuerzas entre los dos bloques enfrentados es de paridad, y sin un Estado legitimado que funcione arbitrando en la disputa se de un “empate” cuyos enfrentamientos se dirimen al interior de un Estado que es recurrentemente “arrasado” (G. O´Donnell: Estado y alianzas en la Argentina 1956-76). Esta es la consecuencia de la impotencia de los sectores dominantes de construir un sistema de dominación política estable. Negociados históricos y generales en los directorios de las empresas compiten en voracidad con la “Patria Contratista”, esas grandes empresas que realizan con obra pública la infraestructura que necesitan las empresas trasnacionales.
La modernización que se pretendía en el sistema productivo, se dio en los ’60 con fuerza en la cultura. Tras la estela de la Revolución Cubana, el Che y la teología de la liberación se da una marcada radicalización política de la juventud, tanto marxista como peronista. El Cordobazo, el sindicalismo clasista y el ascenso de masas en un contexto de represión, proscripción y autoritarismo forman un clima de violencia creciente en que surge la guerrilla. Las clases dominantes se saben amenazadas….








Dictadura y Terrorismo de Estado hacia el menemismo: el desguace del Estado.
Massera, Videla y Agosti
La dictadura parte de un diagnóstico donde el Estado populista es el responsable del “caos” en que ha caído la Nación: la demagogia del peronismo estimuló las demandas, subvirtió el orden y permitió la infiltración del marxismo internacional. La Doctrina de la Seguridad Nacional es el discurso de guerra dominante en las Fuerzas Armadas, con sus fronteras ideológicas y su enemigo interno. El discurso del mercado lo aportan los sectores liberales que comienzan a preparar, no sólo las bases económicas para la concentración de la riqueza y la exclusión disciplinaria de amplios sectores populares, sino a crear el consenso y preparar a la opinión pública para el desguace del Estado, creando un dispositivo ideológico que se realizará plenamente como “sentido común” y como práctica durante el menemato.
El discurso del mercado se presenta como un saber técnico, no-político. La batería de argumentos del neoliberalismo conjuga la antipolítica, a ella responsabilizan por la pérdida de eficiencia y competitividad de la economía apartándose de las leyes del mercado, con el antiestatismo, acusándolo por las consecuencias del intervencionismo y proteccionismo desde la década del ’40. Al Estado se le reclama que sea apenas “subsidiario” y abandone su rol “paternalista y benefactor”, que tras el “pretexto” del bien común, favorece la acción de grupos e intereses sectoriales (en clara alusión a los grupos sindicales y los intereses populares).
“Las políticas llevadas a cabo de reducción, eliminación y debilitamiento de los programas de seguridad social, y de las prestaciones públicas relacionadas con la salud, vivienda y educación, como la campaña de desprestigio permanente de la labor estatal, el papel de la burocracia y del sobredimensionamiento del Estado, apuntarán a la presentación de lo estatal y de lo público como trabas a la realización del individuo. Paralelamente a la exaltación de lo privado, la libre empresa y la iniciativa individual como las formas válidas y únicas para la superación y realización personal. Operación que apuntará a reducir las expectativas de la población con respecto de la capacidad del Estado para la resolución de sus diversos problemas.” Daniel García Delgado escribía esto en un trabajo de septiembre del año 1981 (El ascenso del neoliberalismo), todavía dictadura militar…es escalofriante ver hoy, a pesar de estos análisis pioneros, como todo este programa neoliberal se profundizó y se llevó al paroxismo diez años después con el menemismo. Corroborar el éxito rotundo de los sectores más concentrados del capital nacional, siguiendo las recetas del Consenso de Washington y la Escuela de Chicago, para lograr este plan sistemático de destrucción del Estado social y de las conquistas conseguidas por los sectores populares a lo largo de su historia, con el beneplácito y consentimiento de gran parte de la sociedad que ratificó a Menem con una reelección, es la prueba de la potencia y lo determinante de los factores subjetivos en el cambio social. El “cambio de mentalidad” que se  propuso la dictadura tuvo en los medios de comunicación a sus agentes socializadores principales y se llevó a cabo, en medio de un disciplinamiento general de la sociedad por el terror de las desapariciones, las torturas y el robo de bebés. El horror de la dictadura se realizó en los ’90 bajo gobiernos democráticos. Debemos rescatar de esta experiencia dolorosa al menos un gran aprendizaje.

Concluido aquí este recorrido histórico, nos queda ahora pendiente una gran discusión.
Igual que en la clase presencial, en la próxima entrada trataré de resumir las principales intervenciones críticas sobre el Estado, el Poder, las relaciones entre política y estructura y las posibles formas del cambio social: ¿gradualismo o revolución? Y muchísimas preguntas más que a lo largo del tiempo los pensadores críticos han tratado de responder. Preparen las suyas.

Hasta la próxima. 

lunes, 22 de agosto de 2011

Discutir el Estado - 3


Tercera Parte: Los Estados Americanos. Panorama comparativo
Ahora tenemos más elementos como para pensar y entender el proceso de construcción estatal en América.
Digamos primero que este largo proceso de construcción y transformación estatal que acabamos de sintetizar, se dio en Europa como un proceso inherente al desarrollo de esa sociedad.
La conquista de América fue un hecho excepcional, que no se había producido nunca ni volverá a producirse, de ocupación masiva de un inmenso territorio por una civilización, que a sangre y fuego viene a imponer una organización social, no sobre otra, sino arrasando lo existente como ante lo que considera una tabula rasa, un vacío que no opone resistencia al modelo de sociedad que se pretende implantar (T. Todorov). Esto supuso grados superlativos de libertad en la construcción de las instituciones estatales.

Proponer hacer un ejercicio comparativo es poner en relación casos diferentes correspondientes a una misma clase general. Es evidente que en América tres tipos de colonización dieron como resultado tres áreas claramente diferenciadas: la América de colonización española, América del Norte de colonización anglosajona y la América portuguesa que constituyó el Brasil actual. Trataremos aquí de poner en relación estos tres casos para analizar la relación Estado-Sociedad como clase general.

La América Española. Lo que en Europa había sido un largo período de luchas del poder central con poderes locales que disputaban por sus privilegios (señores, aristócratas, comerciantes y productores, la Iglesia), quienes habían logrado conservar mediante pactos de lealtad con el poder absoluto ciertas cuotas de ese poder diseminados por el tejido social, en América en cambio el absolutismo se realiza plenamente. La administración es centralizada desde el inicio de la conquista pero con las Reformas Borbónicas el “despotismo ilustrado” buscaba aumentar el control directo de la burocracia imperial sobre la vida económica
Pero además vemos que la particularidad de los actores económicos hace que no buscaran establecerse para desarrollarse, sino que tuvieron una conducta depredatorias que busca riqueza rápida para invertirla y gastarla en Europa. Esto lleva a una externalidad de las elites económicamente dominantes con respecto al Estado, y cierta prescindencia de la construcción de mercados internos y del afianzamiento del tejido social. El resultado de este fenómeno es que el Estado, para garantizar el funcionamiento social, el control sobre las poblaciones y la gobernabilidad, sea un factor determinante de primer orden en la vida social; unos Estados nacionales que se estructuraron de arriba hacia abajo. Daniel García Delgado, analizando las relaciones entre Estado y sociedad en Latinoamérica, destaca significativas coincidencias sobre una característica central de dicha relación: el Estado determinó fuertemente a la sociedad, apareciendo como modernizador, revolucionario, transformador o garante de un orden represivo, pero en todos los casos con una gran influencia sobre la sociedad” Comparando esta realidad con la de los países centrales, en que la sociedad civil, relativamente fuerte y homogénea, mantuvo mayor autonomía con respecto a sus Estados nacionales, aquí, las contradicciones generadas por la particular combinación de factores económico-sociales y étnico-culturales en la determinación de las relaciones de dominación e intercambio de la población, hizo que la influencia estatal gravitara profundamente, “tanto en la conformación del modelo de desarrollo, en la constitución de los actores e identidades, como en la misma vida cotidiana”. Los Estados de la región han cumplido o cumplen el papel de agente aglutinante de la sociedad civil; una “estructuración social y política relativamente precaria encontró un apoyo indispensable en el Estado, que pasó a constituirse en referente y participante obligado en una vasta gama de transacciones económicas, políticas y sociales, y en piedra de toque de las ideologías, posiciones políticas y estrategias de desarrollo” Como consecuencia de esta “externalidad” de las clases económicamente dominantes con respecto al Estado su relación fue más “tensa” o dio lugar a contradicciones mayores entre sus intereses particulares. También esa externalidad se verificó con respecto a la sociedad que explotaban; con elites económicas vinculadas más al mercado externo que al local, el capitalismo autóctono no fue capaz de garantizar la reproducción del “ejército industrial de reserva”, es decir de las masas de mano de obra disponible para el desarrollo de la producción. En la mayoría de los países de la región fue el Estado el que tuvo que hacerse cargo de esta tarea, generándose grandes áreas de la economía en que prosperó el “Capitalismo de Estado” en forma de enclave (las zonas petroleras con empresas nacionales como por ejemplo YPF en Argentina) o a través del mismo aparato estatal con el empleo público en la administración. 
   

Esto también nos permite pensar al populismo como producto sistémico, que se corresponde en gran parte con nuestra historia y que ha sido NECESARIO para el funcionamiento social, beneficiosos para el nivel de vida, las condiciones de trabajo y de protección social de nuestros pueblos. Así la relación de estas sociedades con sus estados nacionales ha tendido a ser estrecha y paternalista; es decir que el “estatismo” de nuestros sectores populares es mucho más en América Latina que una identidad partidaria o la fidelidad a cada uno de los grandes líderes carismáticos que surgieron en la región.

América del Norte y la sociedad anglosajona. Circula el mito (ya desde nuestra época de “joyas de la corona británica”) que si nos hubiesen colonizado los ingleses hoy seríamos una potencia como EEUU. La “potencialidad” del país del norte se atribuyó al “protestantismo”, con su cultura del ahorro y del sacrificio personal en el trabajo y el esfuerzo (y en la versión racista a los ojos celestes y la “no mistura”). Es cierto que las religiones reformadas, al priorizar una relación individual con Dios, sin mediaciones de los funcionarios religiosos, dieron como resultado una feligresía letrada (porque tenían que leer e interpretar la Biblia) y responsable de sus actos, mientras el catolicismo apostólico romano se ajustaba más a masas analfabetas y dependientes del perdón otorgado por un cura. Pero más allá de estas variables que pueden haber influido y mucho, parece más determinante el hecho que la colonización de América del Norte fue tardía, allí no había un  “El Dorado” (las minas de Potosí) como fuente de recursos naturales para extraerlos y llevarlos a Europa, ni encontraron mano de obra para esclavizar como si le ocurrió a España con las grandes civilizaciones precolombinas. Además durante el inicio de la colonización la metrópoli estaba sumergida en la Guerra civil inglesa y la Revolución Gloriosa de 1688 que ocuparon toda su atención y sus recursos durante medio siglo de conflictos internos. La conquista y colonización del norte se dio con la falta total de unidad administrativa, los colonos se asentaban y creaban sus propios centros administrativos que eran absolutamente locales y con autonomía de todo poder central. Incluso la seguridad interna dependía de milicias locales, sin ejército regular hasta bien entrado el siglo XVIII, lo que resultó en una estructura estatal fuertemente localista y además en una población armada y organizada.
Después del 1700 Inglaterra en competencia con dos poderosos imperios, se vio obligada a recurrir a prácticas más modernas para recoger las riquezas americanas e implantó el sistema mercantilista 50 años antes que Carlos III de España. No había oro en el norte  (la flota británica encontraba muy rentable dedicarse a la piratería interceptando los barcos españoles) pero si un sinfín de otras riquezas que sus súbditos en América podían comercializar (pieles, maderas, azúcar, tabaco, algodón, cueros), así que prontamente se desarrolló un polo manufacturero que encontraba un mercado interno cada vez más amplio mientras avanzaba la conquista del oeste, y también era mercado propicio para las exportaciones industriales de Inglaterra. La combinación dinámica de tres zonas bien distintas y complementarias (el Sur algodonero, latifundista y esclavista, el Oeste de granjeros independientes productores de materias primas, y el Noreste en rápido proceso de industrialización) y la posterior “dirección” lograda por la burguesía comercial e industrial norteña, se sumará a la potencia de un Estado que se estructuró de abajo hacia arriba y que fomentará el desarrollo y el crecimiento socio-económico de ese territorio, adecuándose a esos fines, al contrario de lo que se dio en América española. (Pablo Pozzi)

América portuguesa: Si bien durante los primeros siglos de la conquista y colonización de lo que hoy es Brasil, no surgen a primera vista contrastes tan marcados con la América española, como si vemos que ocurrió con lo que hoy es EEUU en que las diferencias son notorias, tempranas y se verifican tanto en la construcción estatal como en el sistema productivo, los contrastes con la América portuguesa son posteriores y pasan centralmente por el tipo de Estado.
Cuando se desata la Guerra Napoleónica, el Príncipe Regente de Portugal, ante la amenaza francesa de invasión, toma la decisión de trasladar la Corona a Brasil generando un hecho no sólo inédito sino de gran trascendencia. Marcando la diferencia con los Reyes de España que jamás conocieron sus territorios de ultramar, y ante la mirada atónita del pueblo que quedaba sin gobierno y abandonado a su suerte, dicen que se bajó del carruaje antes de partir y dijo: “Creedme, portugueses: obro correctamente. Ahora dejo el reino, pero un día volveré con un imperio”. 
Firmando
un acuerdo de protección con Inglaterra (pero sin aceptar la entrega de un enclave en territorio brasileño que era una exigencias de los británicos), un día antes de la ocupación de Lisboa por los franceses (el 29 de noviembre de 1807), sale de Portugal una escuadra de 11 buques de guerra, más varios barcos mercantes llevando un número que se estima en 15.000 personas que incluía al Príncipe regente Don Joao, el Tesoro Real, los archivos de la corona, mas toda la corte, sus familias y sirvientes, cada quien con sus petates, y las provisiones para el largo viaje, hacia su nuevo destino en Río de Janeiro. Cuando hicieron tierra en Salvador de Bahía, la primera escala americana, encontró el regente el puerto abarrotado de mercaderías que no podían salir por el bloqueo francés a Portugal, único destino de embarque en vigencia del monopolio comercial. Sin dudarlo, el monarca decretó inmediatamente el fin del monopolio, invitando a todas las naciones amigas a comerciar con el Brasil. Estos episodios representan un cambio sustancial de status para las colonias. Terminada la guerra Don Joao le dio a Brasil personalidad jurídica en el derecho internacional elevándolo a Reino Unido de Portugal y Algarve.
La independencia y proceso de separación de Brasil y Portugal (1822), se da entre padre e hijo, entre Don Joao de regreso en Portugal y su hijo Don Pedro coronado Emperador de Brasil, pero Don Pedro se pone al frente de la revolución y ajusta el Estado político al Estado material (Brasil era ya muy superior a Portugal como potencia económica), la independencia no fue para subvertir el status quo, sino para defender lo que ya se había conquistado, la independencia económica y la unidad e integridad de su territorio, proceso que le debía mucho al monarca portugués (Moniz Bandeira).
Esta historia tiene enormes consecuencias sobre la burocracia estatal, sobre el Estado y su institucionalidad, que desde estos tempranos días será jerarquizada, soberana y territorial, y esto perdurará en rasgos definitorios de la administración.
Cuando en el siglo XX Getulio Vargas llega al poder (1930) cuenta con un funcionariado estatal y una estructura organizativa consolidadas durante una larga trayectoria, y le permite reforzarla con su proyecto de Estado Novo (1937). Encuentra una base sólida sobre la cual crear el DASP: Departamento Administrativo del Servicio Público; al margen de los vaivenes políticos fomentando la meritocracia, dándole atribuciones para definir presupuesto, oportunidades de calificación, movilidad entre áreas preservando la escala salarial y oportunidades de promoción; todo lo cual creó una cultura de “carrera” en el servicio público que formaba “cuadros” capacitados y estables. Todo esto contribuyó a la construcción de un Estado “fuerte” institucionalmente desde su misma gestación. (Sikkink)

Desde este marco general americano y con los elementos teóricos ya vistos, podemos pasar ahora a intentar identificar y comprender con mayor claridad el proceso de formación estatal en nuestro país y las etapas que atravesó.

Continuará….




viernes, 19 de agosto de 2011

Discutir el Estado - 2

Segunda Parte: Historia del Estado Moderno
Digamos que, en rigor, la historia del Estado moderno es la historia del capitalismo y viceversa. La aparición del Estado nación se puede datar en el “absolutismo” que,  como proceso de pasaje de la Edad Media a la Edad Moderna, marca la expropiación de los poderes locales en manos de la aristocracia y los señores feudales por parte del poder central (las grandes monarquías europeas). Esto se va dando en toda Europa con distintas características pero la necesidad común y determinante es la construcción de Mercados nacionales.  La posibilidad de excedentes en algunas ramas productivas, por ejemplo textiles rústicos, estimula el comercio que excede los estrechos límites del señorío o la comarca; se hace necesario integrar regiones que complementen sus producciones dentro de reglas de intercambio comunes. Además el comercio de larga distancia no puede estar sometido a aduanas y decomisos de cada noble por cuyas tierras pasan las rutas a las grandes ferias de Europa. El absolutismo es la larga lucha por subsumir esos privilegios feudales y centralizarlos en el monarca, que ya no es el Primus inter pares sino el soberano absoluto que detenta el monopolio de la recaudación, de las armas y de todas las funciones que antes ejercieran los señores feudales.
Nicolás Maquiavelo
El primer gran discurso sobre el Estado Moderno es “El Príncipe” de Maquiavelo (1513), que además de apologético del poder central, desnuda y evidencia los recursos de la dominación sin apelar a legitimación divina o tradicional, es decir que ni Dios ni el linaje importan en este discurso pragmático, en que el ejercicio del poder es presentado casi como una técnica. La “Razón de Estado” está por sobre todas las limitaciones morales; la inteligencia, la astucia y el carisma del Príncipe se concentran en el objetivo de suscitar y dominar la “voluntad colectiva” para que acepte la autoridad de este nuevo príncipe. No es casual que esta “novedad” provenga de lo que sería Italia, en tiempos de fragmentación del territorio y de luchas intestinas.
Así se va dando el  pasaje del feudalismo al capitalismo y, concomitantemente, la relación entre aristócratas y vasallos, se irá transformando en la relación entre burgueses y ciudadanos.
Este proceso de formación de los Estados puede ser examinado dinámicamente usando el concepto de  ESTATIDAD o ESTATALIDAD aportado por Oscar Oszlak. Desde este punto de vista, ellos van adquiriendo con el paso del tiempo ciertos atributos hasta convertirse en organizaciones que cumplen la definición de Estado.
Cada Estado adquiere estas características no necesariamente en la secuencia indicada:
ü      Capacidad de externalizar su poder: es decir, obtener el reconocimiento de otros Estados.
ü      Capacidad de institucionalizar su autoridad: significa la creación o la centralización de los organismos existentes para imponer la coerción, como por ejemplo, las fuerzas armadas, escuelas y tribunales.
ü      Capacidad de diferenciar sus formas de control: esto es, contar con un conjunto de instituciones profesionalizadas para aplicaciones específicas, (por ejemplo: un sistema de recaudación de impuestos autónomo, o de representaciones en el exterior).
ü      Capacidad de internalizar una identidad colectiva: creando símbolos generadores de pertenencia e identificación común, diferenciándola de la identidad de otro Estado, por ejemplo, teniendo himno, bandera propia, y panteón de héroes (homogeneización de la Nación “encarnada” en el Estado).
ü      Capacidad de sujeción, control y protección de los poderes económicos.

Así como el absolutismo indica que algo nuevo se está gestando, terminar definitivamente con el pasado, con el Antiguo Régimen, necesitó de una “doble revolución” que va a cambiar por completo la fisonomía de la sociedad europea.

Revolución Industrial y Revolución Francesa
Sin lugar a dudas, y aunque no coinciden exactamente en tiempo y lugar, estas revoluciones son las dos caras de una misma moneda, procesos concomitantes e imbricados.
El período de integración de mercados nacionales, el crecimiento sostenido del comercio que se empieza a dar durante el absolutismo, más la inyección de riquezas provenientes del Nuevo Mundo a partir del descubrimiento permitirán la “acumulación originaria” necesaria para que en Inglaterra se produzca la Revolución Industrial. Este fabuloso cambio del sistema productivo, (maquinización, aparición de la “fabrica” como concentración y optimización de la mano de obra, mayores excedentes) da un enorme impulso a la ampliación del comercio internacional (en donde América vuelve a jugar un papel fundamental) y a la aparición del mercantilismo, en que el comercio rige de manera preponderante la política de los Estados que se convierten en colocadores de mercancías en sus colonias, y en feroces competidores entre sí por ganar mercados.

La formación de la clase obrera. El proceso de industrialización reclama y crea su nueva mano de obra, la clase obrera. En sociedades hasta entonces campesinas, con los “cercamientos” de las tierras comunitarias y la consolidación de la propiedad privada se expulsa a los peones sin tierra del campo mientras las grandes ciudades los atraen a sus fábricas. Las nuevas relaciones sociales que se entablan entre capital y trabajo, con la consiguiente transformación de todo el tejido social (urbanización, concentración,  formación del ejército industrial de reserva, incorporación de mujeres y niños en condiciones de super-explotación) dan como resultado un marcado incremento de la conflictividad, con la creación de las primeras organizaciones obreras.
La nueva clase dominante, la burguesía, esos dueños de capital puesto en la producción industrial no se parecen en nada a la vieja aristocracia en decadencia. Con su nueva hegemonía la burguesía va dando forma a un Estado a su imagen y semejanza: el Estado burgués que toma cuerpo con la Revolución Francesa.
Karl Marx
El Estado adquiere un papel primordial en el desarrollo de la riqueza nacional, al adoptar políticas proteccionistas, y en particular estableciendo barreras arancelarias y medidas de apoyo a la producción. Pero también está llamado a desempeñar un rol crucial en la represión y control del conflicto social. Deberá intentar mediar con la “ciudadanía” bajo el estandarte de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad y garantizar el lassie faire a la burguesía. Diría Karl Marx que "el ejecutivo del Estado moderno no es otra cosa que un comité de administración de los negocios de la burguesía".
Pese a las luchas constantes y con todos los matices y diferencias regionales, el capitalismo decimonónico crecía a paso firme y el Estado liberal se consolidaba en toda Europa y América consagrando los derechos políticos en amplias regiones del mundo.

Siglo XX La crisis del ’30.
El ideal de “Progreso” y de “crecimiento indefinido” colapsa con la 1° Guerra Mundial que arrasa con el clima civilizatorio esperanzado que había dominado el siglo anterior. Pero la crisis estructural llegará en 1930 mostrando los claros límites del proceso de acumulación. La solución vuelve a necesitar al Estado como un actor de primer orden. Consumo y mercado interno son los ingredientes de la receta clave, y para eso el Estado debe intervenir activamente. El keynesianismo logra abrir un nuevo ciclo de expansión del capitalismo, pero la política otra vez mete la cola con las luchas de la clase obrera. En 1917 la Revolución Rusa genera pánico en la burguesía de todo el mundo. El Estado Soviético y los Partidos Comunistas que salen prestigiados de la segunda posguerra por haber conducido la resistencia al fascismo, son una amenaza que hay que combatir en todos los frentes.
John Maynard Keynes
La guerra fría y el Estado de Bienestar (EBK): En 1942 el desempleo y el hambre se hacían sentir con dramatismo; el Informe Beveridge plantea en Inglaterra la universalización de las coberturas estatales a todos los ciudadanos, no como caridad sino como responsabilidad del Estado que debe garantizar la subsistencia “de la cuna a la tumba”. Su lógica interna se basaba en el consenso, la inclusión de los sectores vulnerables, negociación con los sectores obreros organizados y crecimiento económico; aparece aquí el welfare state como nuevo pacto con la ciudadanía. El mundo académico proclama a través de T. H. Marshall que si en el siglo XVIII se empezaron a reconocer los derechos civiles y en el siglo XIX los derechos políticos, el siglo XX venía a instaurar los derechos sociales, definiendo la “ciudadanía social” como objetivo del ascenso social (o quizás techo?). En esta visión la ciudadanía se postula como condición de igualdad contra las visiones clasistas de la izquierda que son rechazadas porque dividen y enfrentan entre si a los sectores de la producción. El objetivo principal de esta estrategia es el ocultamiento y la morigeración de la lucha de clases,
El mundo “occidental y cristiano” consolida su modelo de consumismo y bienestar individual frente a un modelo rival que plantea la destrucción del capitalismo. La carrera armamentista y la carrera espacial se complementan con la carrera del “bienestar” en el orden de los Estados. El intervencionismo tan combatido por el liberalismo clásico pasa a ser el pilar del nuevo modelo, la “Planificación” domina la gestión estatal. Durante las décadas de auge del EBK (1945-1975) la defensa del lassie faire se vuelve marginal en tanto el consenso estatista es tan abrumador que no hay espacio entre tanta euforia para los críticos del Welfare state. El Estado pasa a ser un ACTOR ECONÓMICO PRINCIPAL E INDISCUTIBLE (P. Berrotarán).

En esta etapa se forja un sólido acuerdo: entre el capitalismo reformado y una franja importante de la izquierda socialdemócrata que en aras de los beneficios y mejoras en el nivel de vida de los trabajadores de sus países suspenden la confrontación y apuestan al gradualismo.
Pero se mantienen las tensiones entre: el liberalismo vs. el igualitarismo que legitima la intervención estatal.
Otra contradicción se da entre la voracidad de la sociedad de consumo que necesita mercantilizar cada vez más ámbitos vs. la “desmercantilización” de grandes sectores de la economía que se produce al ser estatales una amplia gama de actividades como la salud, la educación, el turismo social o la cultura. El “capitalismo de Estado” se hace responsable (directa o indirectamente) de la reproducción de gran parte del “ejército industrial de reserva” pero le quita grandes nichos de servicios al mercado, y además con su mediación le otorga mayor poder a los sectores movilizados. “El EBK introducía más fantasmas de los que era capaz de ahuyentar”……..

Crisis del modelo keynesiano en los ’70.
Otra vez el estancamiento y la disminución radical de la tasa de rentabilidad llevan a una crisis de menor inversión, menos producción, desempleo y baja salarial (Brenner). Se carga toda la culpa sobre el poderío de la clase obrera y sus reclamos “desmedidos” que encarecen los costos de reproducción y el alto “gasto social” conduce al déficit. La gran conflictividad social de los ‘70s alimentada también por el proceso de descolonización y liberación nacional en el Tercer Mundo y la Revolución Cultural China se convierten en la hora de la revancha del (neo)liberalismo.
Milton Friedman
Friedrich Hayek y Milton Friedman son sus referentes intelectuales. Lo que en el auge del EBK no había encontrado consenso emerge ahora con su crisis y la “batalla contra el Estado” será su baluarte. Esta ofensiva contra el Estado era una exigencia de los grandes capitales internacionales que necesitaban derribar barreras y regulaciones para su libre circulación, y menos presión tributaria, menos costos salariales y cargas sociales para recuperar las tasas de rentabilidad. Esto benefició una rápida tendencia a la transnacionalización de los capitales que ya no tuvieron bandera sino oscuros “paraísos fiscales” como domicilio.

El matrimonio socialdemócratas-EBK estaba tan atado que las críticas del neoliberalismo mataban dos pájaros de un tiro: los ataques a las políticas sociales del EB y a las políticas económicas Keynesianas impactaban también en el socialismo europeo y en todo programa de emancipación social.
La caída del Muro de Berlín representa no sólo el fracaso en la construcción de un “sistema” socioeconómico alternativo, sino que vivido como la derrota del proyecto “utópico”, frustra y desarticula todo el movimiento de lucha anticapitalista. Las academias y los medios masivos (en el mundo globalizado de la comunicación) pasan a la ofensiva, convirtiéndose en poderosas y eficientes usinas de neoliberalismo.
Otra estrategia de los “Chicago boys” es postular la “desaparición del trabajo” según la cual, en la sociedad “post-industrial” se suplanta la clase obrera como grupo principal por el “tercer sector” (organizaciones de la sociedad civil). La invisibilización de los trabajadores en lo simbólico facilita el ataque y la destrucción de todas sus conquistas históricas, permitiendo el incremento del empleo de baja calificación y peor salario, del trabajo informal, los contratos “basura”  y toda la batería de la precarización laboral.

Para los ’80 la victoria del neoliberalismo es aplastante: Pensamiento único. La revalorización de la “sociedad civil” como ámbito de participación ciudadana y opuesto al Estado, logra así dos efectos: ocultar las contradicciones y enfrentamientos inherentes al capitalismo y mostrar una “sociedad de hombres libres” (que aleatoriamente se agrupan tras intereses puntuales) enfrentados al Estado que los explota y les coarta su autonomía, y que además es una burocracia hipertrofiada e ineficiente “pagada” por ese “contribuyente” victimizado. Alienación de las contradicciones reales.  “La propia maquinaria del compromiso de clase se convierte en el objeto del conflicto de clase” Lo peor es que este discurso fue sostenido por sectores “progresistas” y por las propias víctimas de este programa de arrasamiento masivo del Estado. (P. Berrotarán).
El Neoliberalismo debenido hegemónico logra que el objetivo pase a ser el “ahorro de recursos”. De esta forma el llamado “Welfare de la austeridad” trunca por la base los presupuestos que habían posibilitado el desarrollo del estado de bienestar keynesiano y los sitúa en su reverso simétrico: la universalidad y crecimiento de los servicios se torna en la “selectividad” y reducción de los mismos, la desmercantilización en la remercantilización, los derechos económicos y sociales de ciudadanía en derechos económicos de propiedad, los costos sociales del crecimiento económico en efectos perversos de la intervención del Estado, los fallos del mercado en las distorsiones del estado, la justicia en eficiencia, la equidad en libertad de mercado. (Alonso, 1993).
Este proceso en Argentina lo conocemos bien y se llamó MENEMISMO.
La relación Estado-Sociedad es dialéctica: es decir que tratamos de poner siempre el foco sobre cómo las modificaciones y cambios en uno de los términos actúan y determinan las características del otro; y cómo el tipo de Estado incide en la vida concreta de la sociedad y en las “estrategias” que adopten las distintas clases en su relación con el Estado.
Vistas así las grandes etapas por las que atravesó el Estado en los países centrales y como se fue modificando junto con la sociedad, veremos a continuación cómo se dio esta historia en América.

Hasta la próxima

miércoles, 17 de agosto de 2011

Discutir el Estado - 1

A pedido de algunos participantes de los encuentros mensuales de la Cátedra Abierta de Estudios Americanistas (FFyL-UBA), proyecto de extensión organizado por el Centro Cultural Artenpié de Quilmes, voy a publicar el desarrollo de la charla del sábado 6 de agosto último en ese espacio sobre “Estado y Sociedad en Latinoamérica: una introducción teórica, histórica y comparativa como insumos para su discusión”.
La magnitud del tema, su importancia y su vigencia en la actualidad justifican el interés, e hicieron que apenas unas horas de presentación y debate sean más que escasas para tratarlo. Me pareció buena idea compartirlo aquí para que, los que estuvimos presentes tengamos la posibilidad de la lectura que siempre es un ejercicio que propicia la reflexión, y además para poder sumar a los que no estuvieron en la charla.
Espero que la transcripción al texto de algo que fue pensado para una exposición oral mantenga su coherencia, esto me obligó a explayarme por lo cual iré publicando en varias partes el desarrollo completo para facilitar su lectura. Lo importante es que cumpla su objetivo original, que fue y es aportar elementos que nos permitan cuestionar al Estado, discutir sus atributos y sus funciones, comprenderlo como construcción histórica que se transforma en el tiempo y poder tomar partido con mayores herramientas de análisis frente a las distintas posiciones que hoy disputan por lograr consenso sobre su futuro. No se trata de dar respuestas sino de poder formularnos las preguntas, ¿más Estado o menos Estado?, ¿qué papel juega el Estado en el cambio social?, ¿cómo debe ser el Estado futuro?..........

Primera parte. Teoría del Estado: ¿Qué es el Estado moderno?
Aunque todos tenemos una idea más o menos clara de qué es el Estado, trataremos de sistematizar primero los conceptos principales como para entender, no sólo al Estado como “artefacto”, sino también las visiones que se han ido construyendo sobre él y sobre su rol en la sociedad.
Los conceptos: El Estado es un HECHO POLÍTICO materializado en INSTITUCIONES, es decir en un sistema de relaciones establecidas de circulación de las decisiones para su ejecución, en que los individuos son intercambiables pero la estructura de relaciones permanece. El Estado ejerce la AUTORIDAD, es depositario de la SOBERANÍA sobre un TERRITORIO claramente delimitado, sobre el que reclama el monopolio de la violencia física legítima, es decir, la facultad de ejercer la COERCIÓN para imponer un SISTEMA NORMATIVO, una Ley o el conjunto de pautas y normas que deben cumplirse para lograr la convivencia social. También debe contar con probabilidad de éxito en esta tarea, es decir lograr OBEDIENCIA, no basta con el propósito, o por la fuerza o por la amenaza de ejercerla, debe detentar el PODER necesario para someter a todos los intereses contrapuestos a ese sistema normativo.
Las funciones inalienables del Estado son: ejercer el GOBIERNO y la DEFENSA exterior, garantizar la JUSTICIA, la SEGURIDAD y la PAZ dentro de su territorio.
Como actualización en los sistemas constitucionales se ha desarrollado el concepto de "ESTADO DE DERECHO" que incluye dentro de la definición el cumplimiento de aquellas funciones resultantes del imperio de la Ley, o sea que se hagan efectivas las funciones y obligaciones que la ley manda: protecciones sociales universales, vigencia de los DDHH y de todos los derechos y garantías que el Estado otorga a sus ciudadanos; la división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) como forma de autorregulación y otras funciones propias del Estado, como la emisión y respaldo de moneda propia. Por eso en las dictaduras, aunque el Estado siga existiendo como tal, con todos sus atributos, se entiende que no rige el Estado de Derecho.

Veamos ahora cómo se articulan los atributos y las funciones que hemos enumerado en las definiciones clásicas de Estado, y también como los acentos en los elementos centrales que lo definen han ido variando a lo largo de la historia, ya que el Estado no fue creado de una vez y para siempre sino que es una construcción histórica.


 
En el siglo XVII el padre de la ciencia política Thomas Hobbes (1588-1679) definía al Estado como persona (jurídica) de cuyos actos una gran multitud, por pactos mutuos realizados entre sí, ha sido instituida por cada uno como autor, al objeto de que pueda utilizar la fortaleza y medios de todos, como la juzgue oportuno, para asegurar la paz y la defensa común.” Aquí lo que se destaca es la autoridad consensuada y los poderes delegados.


Para fines del siglo XIX y principios del XX el Estado moderno, en clave sociológica según Max Weber (1864-1920) es una "asociación” con “carácter institucional que ha tratado, con éxito, monopolizar dentro de un territorio la violencia física legítima como medio de dominación y que, a este fin, ha reunido todos los medios materiales en manos de su dirigente (…)” El énfasis está puesto ahora en el monopolio del poder coercitivo como recurso de dominación para garantizar obediencia.

Jürgen Habermas (1929…), autor alemán contemporáneo destaca que”además de sus tareas tradicionales de garantizar las funciones externas para el desarrollo del mecanismo capitalista de producción, el Estado es llamado a realizar funciones que sustituyan al mercado, compensando desequilibrios entre los grupos más fuertes y los grupos organizados, para imponer una redistribución de la renta correctora de los mecanismos espontáneos.”  La novedad en las concepciones actuales es el reconocimiento del Estado como tradicional partenaire del capital y actor económico que media entre capital y trabajo como agente igualador.

Es importante hacer una clara diferenciación entre Estado - Gobierno - Nación:
Gobierno sería sólo la función ejecutiva del Estado, o en las democracias modernas el “elenco” de funcionarios elegidos por un período determinado para llevar a cabo un Plan de Gobierno.
La Nación mientras tanto refiere a un espacio simbólico o cultural común y a un mundo de interrelaciones sociales (un “mercado”). Puede haber Nación sin Estado (ejemplo: judíos antes de Israel, gitanos, palestinos) o puede haber Estados “plurinacionales” (Bolivia) o federaciones y confederaciones de nacionalidades distintas dentro de un mismo Estado (URSS). O pueden no coincidir en absoluto por la demarcación arbitraria de territorios, como resultó de la acción del colonialismo en África que se dividió el continente como una torta dejando a veces naciones distintas (y hasta antagónicas) dentro de un mismo Estado. En este caso el Gobierno puede tornarse INCIERTO.

Una vez expuestos estos mínimos e imprescindibles conceptos, estamos en condiciones de repasar el proceso de formación y desarrollo del Estado moderno en perspectiva histórica, que será el tema de la próxima entrada.
Hasta luego.