sábado, 27 de agosto de 2011

Discutir el Estado - 4

Cuarta Parte: El Estado en Argentina
Después de este recorrido, creo que se hace mucho más fácil y queda bajo una nueva luz el curso de los acontecimientos en nuestro país, las características que fue tomando la construcción estatal, las contradicciones, debilidades y los logros de este proceso, es decir, las etapas por las que atravesó el Estado en Argentina, o nuestra historia política. Y estamos en mejores condiciones de comprender, en trazos gruesos, como los procesos que venimos reconociendo en otras partes del mundo, se traducen, se implementan, a veces impactan o se frustran en nuestro país. Creo que es importante comprender que no es real esa imagen que a veces tenemos de nosotros mismos, que nos hace vernos como una excepcionalidad, como un caso inexplicable e incomprensible. Podemos ver, que si bien hemos estado a la vanguardia de muchos procesos, también hemos imitado acríticamente otros, hemos sido conejillos de indias en algunos casos, modelos a seguir o copias a temer, estamos dentro de un mundo que cambia y nosotros cambiamos con él.

Guerras de Independencia: la construcción de un país.
Defensa de Buenos Aires
Desde esta perspectiva queda claro cómo los conflictivos años de las Guerras de Independencia fueron contra la dominación española pero también batallas en la lucha por establecer un centro de poder. Las acciones de Buenos Aires para consolidar su hegemonía manteniéndose como capital administrativa, las disputas por el manejo de la aduana como fuente de financiamiento, los ingentes recursos invertidos en la formación y mantenimiento de un ejército nacional, la importancia de las relaciones exteriores y del reconocimiento de otras naciones y el proceso de expropiación de poderes locales (el combate de los unitarios contra las fuerzas de los caudillos federales) son los primeros pasos ineludibles por alcanzar grados cada vez mayores de “estatalidad” como veíamos con Oszlak. 
Batallas de la Libertad
Paulatinamente la construcción e integración de un mercado interno en un territorio totalmente desarticulado, donde el litoral se articulaba con el Río de la Plata y el mercado exterior, Cuyo se relacionaba con Chile y el Noroeste con Perú, debió transformarse en una Nación con identidad propia, con escarapela, himno y bandera, pero también con su lengua, sus patriotas, su historia y el gaucho como epítome de la nacionalidad, mientras se acrecentaban las relaciones interregionales, las rutas de comercio y las economías regionales.

El Estado Oligárquico.
Julio A. Roca
La llegada de Roca a la presidencia marca el establecimiento de este poder central y de la clase que será el factor dinámico de la economía y posibilitará el acelerado crecimiento entre el ’80 y el centenario: la elite terrateniente bonaerense. Este poder político hizo mucho por el éxito de nuestra inserción en el mercado mundial como país agroexportador, y esa bonanza se tradujo en obra pública (puertos, ferrocarriles, urbanización, etc.) y en crecimiento de la burocracia estatal (administración, sistema financiero, escuelas, etc.). También la ampliación del territorio (Campañas al Desierto) y su consolidación (demarcación de fronteras) son metas logradas en esta etapa.
La “externalidad” de la clase dominante con respecto al Estado, que marcábamos como una característica de la América española desde la conquista, también pudo dejar su marca en esta etapa en que el fabuloso crecimiento no se tradujo en un mejoramiento general del nivel de vida de nuestra población, sino en un crecimiento importante de la desigualdad (R. Hora).
Con la inmigración masiva y el aumento acelerado de la población asalariada también se agudiza el conflicto social. El Estado actúa prontamente, casi sin demanda de la sociedad (de arriba hacia abajo) y realiza la reforma política reconociendo el derecho al voto universal, secreto y obligatorio (Ley Sáenz Peña, 1912).
Semana Trágica
Durante el yrigoyenismo se ensayan las primeras intervenciones del Estado como mediador entre capital y trabajo, pero los intentos de arbitraje terminan con fuertes represiones (Semana Trágica, fusilamientos de la Patagonia). Ante la crisis de 1930 el Estado busca ganar capacidad para intervenir en la economía, pero para morigerar los efectos de la crisis a los grupos económicos dominantes.  Sin una institucionalidad sólida recurre a “procónsules” externos (como Prebisch) con capacidad de gestión sobre el Ministerio de Hacienda; los cargos quedan en manos de “los representantes de las organizaciones de la producción” y hay una gran rotación, el 99% del personal de planta era político.

El Estado peronista.
Por lo menos durante el primer gobierno de Perón o hasta el 2° Plan Quinquenal estamos, sin duda, ante la versión criolla del Estado Benefactor Keynesiano. Al impulso industrializador iniciado por el Plan Pinedo (ISI) se suma una política socioeconómica orientada al mercado interno. El fundamento es la meta del pleno empleo. La ampliación exponencial de las esferas de actuación estatal empieza con Farrell y se materializa en crecimiento de la institucionalidad, nuevas Secretarías (Secretaría de Industria y Comercio, Trabajo y Previsión y Aeronáutica) que absorbieron y redefinieron múltiples organismos en una estructura centralizada. Con Perón en la presidencia esta tendencia se acrecienta, se crean el Banco de Crédito Industrial, el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio, el importantísimo Consejo Nacional de Posguerra (CNP) cuyo mentor fue José Figuerola, transformado en el ’46 en la Secretaría Técnica de la Presidencia (de quien dependerá el Consejo Económico y Social-1947) y demás entes técnico-administrativos y científicos-tecnológicos. Con Miguel Miranda al frente del Ministerio de Economía, representante de la burguesía industrial nacional, en el ’46 se estatiza la banca y se nacionalizan los depósitos y se crea el I.A.P.I. que monopoliza el comercio exterior y es eje de la redistribución. 

El Estado es un ACTOR ECONÓMICO de primer orden que regula y controla el enfrentamiento capital-trabajo y planifica la producción. La protección social se extiende a sectores no sindicalizados y mejoran sustancialmente las condiciones de vida de los trabajadores y de las clases medias en ascenso. El Estado es un “gran empleador” para mantener la ocupación plena, pero no estimula la capacitación y ese crecimiento estatal no va acompañado de controles de cumplimiento. Se ejerce la discriminación política, y el “instrumentalismo” y la demagogia denunciado desde la oposición genera desconfianza en la implementación de las medidas de gobierno como para el bien común. A partir del ’52 con el “cambio de rumbo” y la “vuelta al campo” comienza paulatinamente a implementarse el ajuste y la liberalización de la economía con el Ministro Gómez Morales.

El intento desarrollista.

El plan con que asume Frondizi se presenta como un ambicioso intento de modernización de la estructura productiva, que requería también un tipo de Estado ágil y eficiente para gestionarla. Dicho plan fracasó fundamentalmente por basarse en inversiones extranjeras con la consiguiente trasnacionalización de la economía, pero influyó la inexistencia de una burocracia estatal que pudiera implementar el proyecto.
En el ’55 el golpe militar realiza un vaciamiento casi total del plantel administrativo buscando “desperonizar” el Estado. Frondizi trata de eludir este déficit recurriendo a “representantes personales” y a equipos externos que, además de acarrearle acusaciones de haber montado un “gobierno paralelo”, resultan impotentes para llevar a cabo cualquier transformación. Volviendo a las comparaciones, en la misma época el gobierno también desarrollista de Kubitschek (1956-1961) en Brasil, que asume con un programa similar, logra una reconversión y modernización del aparato productivo que motoriza el proceso de industrialización brasilero, en gran medida posible porque contó con una sólida estructura técnico-burocrática que implementó los cambios como “políticas de Estado”.
Frondizi toma medidas de racionalización y reducción del gasto, se realizan privatizaciones y se ataca la “hipertrofia” estatal (sobre todo a los ferrocarriles) con lo que redujo más de un 12% del empleo público; el achicamiento estatal es acompañado por devaluación, ajuste, es decir, transferencia de recursos desde el sector asalariado a sectores oligopólicos y trasnacionales, abriendo un largo período de concentración de la riqueza. Aunque el modelo de Estado siguió siendo netamente intervencionista, desde el ’55 en adelante se disocia la Gobernabilidad y la Democracia, y la una no es posible junto a la otra.

Estado Burocrático Autoritario.
El fracaso de los sectores dominantes al no poder lograr Gobernabilidad y Democracia (porque el juego democrático llevaba al triunfo del peronismo y sólo podían gobernar por el peso decisivo de las organizaciones coactivas, mediante golpes de estado) y ante el proceso de acumulación regresivo a favor de la gran burguesía y el capital extranjero, a partir del ’66 se forma una “alianza defensiva” entre los derrotados por el desmantelamiento del Estado Benefactor peronista y por la apertura y trasnacionalización de la economía. Es decir que la acción de la clase obrera (dirigida por sindicatos peronistas) se engarza con los intereses objetivos y la acción política de las fracciones débiles de la burguesía industrial nacional. La correlación de fuerzas entre los dos bloques enfrentados es de paridad, y sin un Estado legitimado que funcione arbitrando en la disputa se de un “empate” cuyos enfrentamientos se dirimen al interior de un Estado que es recurrentemente “arrasado” (G. O´Donnell: Estado y alianzas en la Argentina 1956-76). Esta es la consecuencia de la impotencia de los sectores dominantes de construir un sistema de dominación política estable. Negociados históricos y generales en los directorios de las empresas compiten en voracidad con la “Patria Contratista”, esas grandes empresas que realizan con obra pública la infraestructura que necesitan las empresas trasnacionales.
La modernización que se pretendía en el sistema productivo, se dio en los ’60 con fuerza en la cultura. Tras la estela de la Revolución Cubana, el Che y la teología de la liberación se da una marcada radicalización política de la juventud, tanto marxista como peronista. El Cordobazo, el sindicalismo clasista y el ascenso de masas en un contexto de represión, proscripción y autoritarismo forman un clima de violencia creciente en que surge la guerrilla. Las clases dominantes se saben amenazadas….








Dictadura y Terrorismo de Estado hacia el menemismo: el desguace del Estado.
Massera, Videla y Agosti
La dictadura parte de un diagnóstico donde el Estado populista es el responsable del “caos” en que ha caído la Nación: la demagogia del peronismo estimuló las demandas, subvirtió el orden y permitió la infiltración del marxismo internacional. La Doctrina de la Seguridad Nacional es el discurso de guerra dominante en las Fuerzas Armadas, con sus fronteras ideológicas y su enemigo interno. El discurso del mercado lo aportan los sectores liberales que comienzan a preparar, no sólo las bases económicas para la concentración de la riqueza y la exclusión disciplinaria de amplios sectores populares, sino a crear el consenso y preparar a la opinión pública para el desguace del Estado, creando un dispositivo ideológico que se realizará plenamente como “sentido común” y como práctica durante el menemato.
El discurso del mercado se presenta como un saber técnico, no-político. La batería de argumentos del neoliberalismo conjuga la antipolítica, a ella responsabilizan por la pérdida de eficiencia y competitividad de la economía apartándose de las leyes del mercado, con el antiestatismo, acusándolo por las consecuencias del intervencionismo y proteccionismo desde la década del ’40. Al Estado se le reclama que sea apenas “subsidiario” y abandone su rol “paternalista y benefactor”, que tras el “pretexto” del bien común, favorece la acción de grupos e intereses sectoriales (en clara alusión a los grupos sindicales y los intereses populares).
“Las políticas llevadas a cabo de reducción, eliminación y debilitamiento de los programas de seguridad social, y de las prestaciones públicas relacionadas con la salud, vivienda y educación, como la campaña de desprestigio permanente de la labor estatal, el papel de la burocracia y del sobredimensionamiento del Estado, apuntarán a la presentación de lo estatal y de lo público como trabas a la realización del individuo. Paralelamente a la exaltación de lo privado, la libre empresa y la iniciativa individual como las formas válidas y únicas para la superación y realización personal. Operación que apuntará a reducir las expectativas de la población con respecto de la capacidad del Estado para la resolución de sus diversos problemas.” Daniel García Delgado escribía esto en un trabajo de septiembre del año 1981 (El ascenso del neoliberalismo), todavía dictadura militar…es escalofriante ver hoy, a pesar de estos análisis pioneros, como todo este programa neoliberal se profundizó y se llevó al paroxismo diez años después con el menemismo. Corroborar el éxito rotundo de los sectores más concentrados del capital nacional, siguiendo las recetas del Consenso de Washington y la Escuela de Chicago, para lograr este plan sistemático de destrucción del Estado social y de las conquistas conseguidas por los sectores populares a lo largo de su historia, con el beneplácito y consentimiento de gran parte de la sociedad que ratificó a Menem con una reelección, es la prueba de la potencia y lo determinante de los factores subjetivos en el cambio social. El “cambio de mentalidad” que se  propuso la dictadura tuvo en los medios de comunicación a sus agentes socializadores principales y se llevó a cabo, en medio de un disciplinamiento general de la sociedad por el terror de las desapariciones, las torturas y el robo de bebés. El horror de la dictadura se realizó en los ’90 bajo gobiernos democráticos. Debemos rescatar de esta experiencia dolorosa al menos un gran aprendizaje.

Concluido aquí este recorrido histórico, nos queda ahora pendiente una gran discusión.
Igual que en la clase presencial, en la próxima entrada trataré de resumir las principales intervenciones críticas sobre el Estado, el Poder, las relaciones entre política y estructura y las posibles formas del cambio social: ¿gradualismo o revolución? Y muchísimas preguntas más que a lo largo del tiempo los pensadores críticos han tratado de responder. Preparen las suyas.

Hasta la próxima. 

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